17 de mayo de 2017, Saigon, Vietnam
Intentar lo imposible
Jakob:
“Hay que intentar lo imposible, para conseguir lo posible”. Hermann Hesse.
Aún me acuerdo del artículo de un periódico que casualmente leí hace unos cuantos años. Salía un hombre que para mí era la imagen perfecta de una aventura. Él y su bici estaban en medio de la naturaleza de algún sitio lejano.
Mi sueño de descubrir el mundo con la bicicleta, volvía a coger fuerza, mucha más fuerza que años atrás. No puedo decir con exactitud cuándo tuve esta idea por primera vez, pero aquel artículo del periódico hizo que dentro de mí, se despertaran unas ganas locas de hacer realidad este sueño. Y aquella idea, continuamente daba vueltas en mi cabeza. Era como si tuviera un tumor benigno, que lo vas notando.
Ahora mismo, unos años después, estoy sentado delante del mar del sur de China y sueño con todas las experiencias que durante todo este tiempo, he podido vivir con Ernest. En el preciso instante que vi este mar que ahora contemplo, mi cuerpo empezó a temblar y cosas indescriptibles, invadían mi mente. Yo no sabía lo que significaba viajar durante meses como un nómada con mi bicicleta por todo el mundo. En este tiempo me he encontrado paisajes, culturas y personas impresionantes; cosas que yo no había leído ni oído desde que tengo uso de razón.
En algunos momentos de este viaje, hubiera deseado mi tierra, mi casa, o mi novia. En ocasiones que me encontraba solo dentro de la tienda y a fuera el mal tiempo utilizaba mi tienda como pelota de tenis, la angustia de que alguien descubriera nuestro pequeño campamento, también era muy presente. A menudo el cansancio físico y el delicioso espresso que me esperaba cada mañana, me ayudaban a dormir mejor.
Cada día por la mañana era único, porque nos levantábamos de un sueño e inmediatamente comenzábamos otro. Cada día estaba cargado de nuevas impresiones, de adrenalina o de sorpresas. Y cada día era igual al anterior, si dejábamos de pedalear. Estoy muy feliz de haber tenido el coraje y el momento preciso para iniciar el que ha sido hasta ahora, el mejor año de mi vida.
Ernest y papá
Mucha de la gente que nos hemos encontrado por el camino, nos han preguntado si habíamos tenido problemas, o habíamos discutido. Referente a esto, sólo tengo una única respuesta: cuando se tiene la gran suerte de encontrar una persona con la cual puedes iniciar una aventura tan loca como esta y acabarla con éxito, es que realmente estás bendecido por los dioses.
Cómo me podía imaginar que pasaría esto, cuando me encontré con él (Ernest) por primera vez, el primer día de clases, hace ya cuatro años y medio. Cuando él entró en la clase, el único sitio libre, era a mi lado. Qué casualidad que también nos pusieran en el mismo grupo, y también, qué casual que él tuviera una habitación libre en su piso, mientras yo, aún buscaba una. La suerte estaba servida y eso era el inicio de una historia.
¿Fue sólo suerte, o quizás tiene algo que ver el dios de las bicis, o quizá mejor Don Bosco? Como mínimo puedo decir que no puedo imaginarme otra persona con la cual hubiera emprendido una Aventura de estas características. Aún me acuerdo de la respuesta que me dio – mientras tomábamos una cerveza- a mi desorbitada e irreal pregunta de si él tendría ganas de atravesar medio mundo en bicicleta. Su respuesta salió como la bala de una pistola: “Claro que sí. Yo me apunto”.
Siempre me ha impresionado su espontaneidad y su gran capacidad de relacionarse con la gente que está a su alrededor. Cada persona, ya sea un borracho de las calles de Colonia durante el carnaval, o un vendedor de frutas en Irán, siempre será bienvenida y se encontrará a gusto después de haber intercambiado unas palabras con él.
Cuando yo me encontraba en momentos difíciles, enfermo o sin motivación, cuando mis piernas – ya destrozadas- luchaban contra el viento, entonces aparecía él. Su positivismo, su equilibrio psíquico y su fuerza física, han sido la clave para llegar juntos a las playas de Vietnam. Tengo total confianza en él. También es impresionante que con él nunca me aburría. Y eso que pasábamos juntos las 24 horas del día, de los siete días de la semana :-). Nuestra amistad tiene ahora mismo mucho más valor que cualquier cosa material que se pueda tener. “Irni”, te doy las gracias por dejarme vivir contigo una experiencia como esta. ¡Tú eres y serás un gran amigo y una gran persona!
A ti papá, también te quiero agradecer todo lo que has hecho por nosotros. Tú, no sólo has sido mi padre y mi apoyo durante el viaje, sino que también has sido el tercer hombre del equipo. Esta increíble página web que tú configuraste durante seis meses, dedicando muchas horas, ha servido para que mucha gente haya podido seguir nuestro recorrido y para que nosotros pudiéramos transmitir nuestro mensaje. Sin tu organización, por lo que respecta a temas financieros, informes, visados, billetes de avión, situación política de cada país… nuestro camino hubiera sido muy complicado. Hemos podido viajar con tranquilidad, sin pensar en temas burocráticos ni de organización. Tú has ido resolviendo las dificultades con las que nos hemos ido encontrando y gracias a esto, hemos disfrutado al máximo de esta aventura.
Sobre mí
Mucha gente me ha preguntado si esta aventura me ha servido para descubrir o aprender cosas de mí mismo, y la respuesta es, evidentemente que sí. Sin poner especial atención a mis cambios personales, en algún momento, se es consciente de las cosas que han cambiado.
Durante este viaje, me he conocido un poquito más. Mi fuerza, tanto física como psíquica, ha madurado y se ha fortalecido. A causa del desgaste diario, percibes tu cuerpo de una manera muy diferente. Cosa que me llevaba a cuidar y respetar mi cuerpo un poco más. Aún así, me adelgacé mucho. Mis necesidades energéticas fueron disminuyendo, y tres meses después, conseguí un excelente físico. También me sentía más seguro en la carretera, con gente desconocida y en situaciones límites. La fuerza física y psíquica funcionaban como una única unidad, perfectamente compenetrada. Esto aumentaba mi rendimiento. Con estos aspectos y la armonía entre Ernest y yo, hacía que nada nos detuviera.
Hasta antes de empezar este viaje, siempre me tragaba mi rabia o enfadado y nunca lo exteriorizaba. En Irán, a causa de los problemas burocráticos, o en India con aquel tránsito de locos, fueron la mejor terapia para solucionar este problema. De repente podía explotar y descargarme contra los conductores temerarios de autobuses. Así sacaba la rabia contenida. Creedme. No sabéis lo bien que me sentía después. Estaba orgulloso de mí mismo y sonreía después de situaciones como estas, cuando la rabia desaparecía por completo. Así no me hacía daño interiormente.
Cuando vuelva a casa y me reencuentre con algunos de vosotros, no os preocupéis si me oís despotricar por alguna cosa. Eso ha cambiado en mí y no os podéis imaginar lo bien que me siento de haberme liberado de esta dificultad ;-)
Humanidad
A través de este viaje queríamos mostrar a nuestras familias y amigos, como también a los desconocidos, que la mayoría de personas de este planeta, no son ni asesinos, ni violadores, ni ladrones o terroristas. Muchos nos han avisado de algunos peligros que nos encontraríamos. En varias de las ocasiones nos hablaban de un país o practicantes de una religión concreta. Para nosotros el peligro más grande era el tránsito en la carretera o una posible enfermedad grave.
También puede ser que hayamos tenido la suerte de que no nos haya pasado nada malo. Estoy convencido de que hemos tenido muy buena suerte y muchos ángeles de la guarda, pero estoy más convencido aún, de la gente buena que vive en este planeta. Cuando pienso en todas las personas que nos han ayudado, que nos han ofrecido un sitio dónde dormir, un plato caliente en la mesa, o té caliente en días de lluvia por el camino, entonces me acuerdo de cuán agradecido y contento estoy de haber conocido a estas personas. Aquí, me gustaría explicar una pequeña historia que nos pasó mientras viajábamos por Turquía.
Estuvimos alojados en casa de una familia turca, que nos convencieron para que nos quedáramos un día más porque querían enseñarnos el pueblo. La abuela lavó toda nuestra ropa y nos preparó tanta comida, que estábamos a punto de explotar después de comer. En las noches, cuando ya estábamos a punto de dormir, ella entraba a la habitación, cogía la manta y nos tapaba. Sólo quedaba fuera la cabeza. Antes de salir nos daba un beso en la frente. Ella no hablaba nuestro idioma ni tampoco el inglés. Y nosotros tampoco hablábamos su idioma. El amor de aquella señora fue como agua bendita para nuestras almas tristes, al tener tan lejos a nuestras madres. Aquellos días no había ninguna diferencia entre catalanes, turcos y alemanes. Cristianos o musulmanes. Cultura europea o turca. Sólo habían seres humanos que se cuidaban los unos a los otros.
Esta y muchas otras experiencias me han marcado muy profundamente, y me han vuelto muy optimista en lo que hace referencia a personas desconocidas que no me inspiraban confianza y que el prejuicio hacia ellas me era motivo de distanciamiento.
Estoy muy agradecido y satisfecho por todo esto que he podido vivir. Un sistema económico que funciona me ha permitido estudiar enfermería y aprender un oficio. Este oficio y el trabajo duro, me han ayudado a hacer realidad mi sueño. A muchos de los niños que hemos encontrado en Don Bosco y en escuelas de otras congregaciones, les hemos transmitido la importancia que tiene luchar por sus sueños.
Una gran parte de nuestra población también tiene pocas posibilidades de hacer que sus sueños se hagan realidad, aunque trabajen duro para conseguirlos. Por este motivo nosotros dos estamos infinitamente agradecidos de haber tenido esta oportunidad única. Muchas gracias a todos vosotros que nos habéis acompañado durante todo el trayecto y nos habéis ayudado con hechos y pensamientos. Gracias Irni, Valerie, familia y amigos, por lo que habéis hecho por mí. Gracias a esto, me habéis ayudado a hacer realidad mi sueño.
Esto ha sido el inicio de algo grande. Nada es imposible.
Saludos, Jakob
{Traducción del alemán al catalán: Ernest}
{Traducción del catalán: Carolina}
^ En el final ^
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